Ponderar la melancolía enriquece la capacidad creativa

La obsesión del consumidor con la felicidad a expensas de la tristeza le esta privando de su disposición para llevar a cabo una vida plena. El concepto se lo leí a Eric G. Wilson en su libro “Against Happiness: In Praise of Melancholy”, quién allí explora el tema con gran sutileza y entendimiento.

Resulta, pasa, sucede y acontece que nuestras mentes constantemente sobrellevan una letanía de problemas de toda índole que, van desde el alboroto global y el tráfico capitalino, hasta el posicionamiento de marca y la competencia de mercado. Y motivo por el cual al listar nuestras principales preocupaciones, confiamos encontrar allí algún ápice de significado a tanta ansiedad.

Es así y tal cual como están las cosas en la actualidad que, estimo podría ser riesgoso el excesivo énfasis de nuestra cultura en la felicidad a expensas de la tristeza, un cruel olvido de una parte fundamental de nuestro existir, ni más ni menos. Igual me inquieta, la posibilidad de que al anhelar el consumidor tan solo felicidad en un mundo indudablemente trágico, éste llegue a convertirse en un ser falso, conformándose con abstracciones irreales que ignoran ciertas situaciones concretas. Por último, también me obsesiona la forma cómo nuestra sociedad se esfuerza tanto por suprimir la melancolía de su sistema nervioso central. ¿Acaso será que sin las agitaciones del alma, las esplendidas atalayas de anhelo se derrumbarán? ¿O quizás ha de ser que se interrumpen las sinfonías en nuestro desgarrado corazón?

Vaya usted a saber cuál es su excusa para querer deshacerse de la melancolía, pero igual viene bien recordar que Yin está incompleto sin Yang, tal cual Gangan y Gangón no habrían alcanzado el éxito el uno sin el otro.

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