Cuasi irreemplazable

Del imaginario colectivo de la gente de marketing, surge el concepto de ‘marca irreemplazable’. Un fantástico lugar que habita más allá de la ‘preferencia de marca’ y que en mi opinión, no es más que un mito aun cuando a muchos les obsesione alcanzarlo. Dicen que se llega a él cuando, una marca determinada es percibida como el único recurso viable para satisfacer las necesidades del consumidor o como quien dice, el cliente no solicitará sustituto alguno si su marca habitual no está disponible.

‘Me paro y me voy sino me sirven Coca-Cola o Pepsi o Manzana Postobón’. ¡Que va! El globo continuará girando sobre su eje, en especial, cuando se tiene ‘filo’ y después de 15 minutos en cola, a la espera de una mesa en su restaurante favorito.

Si bien es cierto que no comparto la noción de ‘marca irreemplazable’, concuerdo con el principio de influencia que, ejercen ciertas personas sobre una determinada marca, tal es el caso de la ‘manzanita’ que ha sido una cosa en los tiempos de Steve Jobs y otra post mórtem del cofundador de Apple. Así mismo, coincido en que el Samsung Galaxy SIII será digno sustituto del tan anhelado iPhone 5.

Igualmente y aunque no reconozca el concepto de ‘marca irreemplazable’, sí acepto la condición ‘cuasi irreemplazable’ de las marcas, particularmente en aquellas que han sido meticulosamente concebidas con características para el grupo objetivo tales como: diferenciación relevante de beneficios; habilidad para establecer fuertes vínculos emocionales; alto nivel de percepción; de gran valor proporcionado por su precio y que son sencillamente asequibles.

Pues en mi experiencia, admito que dichos motivadores ejercen suficiente influencia sobre el consumidor como para transportarlo de un estado de percepción de marca, hasta adquirirla, hasta preferirla, hasta la lealtad, e inclusive hasta la recompra, si antes no lo enfurece.

¿O acaso no es tan Claro?

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