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La experiencia de consumo como precursor de la intención de compra

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De la experiencia, así como de la trayectoria profesional, es que puede el empleador reconocer la cantidad de ceros que determinados tipos de asalariados merecen en su comprobante de nomina y, como para que asuman aquellos cargos que requieren un avanzado panorama de recorrido y reputación profesional como estratega sobresaliente. No obstante, por estos días de evidente fugacidad, igual, buena parte de dicha práctica puede llegar a ser tanto irrelevante como arriesgada. Al respecto, el inconveniente con poseer tanto conocimiento, asumiendo que este se aplica con sabiduría, es que tanto entendimiento debería recordarnos lo poco sabemos (‘solo sé que no sé nada’, solía decir Sócrates), considerando las innumerables ocasiones en las que se dan al traste los asuntos que pretendemos y lo efímero que es el conocimiento adquirido.

En ese orden de ideas, es cierto que, la experiencia del mercadólogo prevalece al momento de tomar una decisión de mercado, sin embargo, el acceso a vastos volúmenes de información, también permite tomar decisiones de negocio que antes ni era posible considerar. Del procesamiento y análisis de datos de mercado se puede deducir que, la razón principal para dichos antecedentes, radica en que la información provee el contexto y delinea aquellas tendencias que dan una perspectiva mucho más centrada y robusta acerca del tipo de consumidor que finalmente decide concretar la intención de compra.

Así pues, los mercadólogos, debemos entender de una vez por todas que, la intuición y la experiencia sin información de mercado que las corrobore, no es más que un tiro al aire, particularmente, cuando se pretende determinar la intención de compra por estos días de oferta y demanda incierta.

Así mismo, vale la pena anotar que la gente no es muy dada al interés por las matemáticas, que es la razón por la cual muchos eligen un campo de acción profesional que no las incluya (o al menos, no en grandes proporciones). Sin embargo, para el mercadólogo, esa no es una opción sostenible en la profesión, independiente, de cuál sea la especialidad: dirección estratégica de mercadotecnia, comunicación, publicidad, relaciones publicas, marcas o alguna de las múltiples vertientes digitales, considerando, que los mercadólogos dependemos cada vez más del procesamiento, análisis e interpretación de grande volúmenes de información.

En efecto, y si es usted de los que recién se adhiere al hábito de considerar grandes dimensiones de datos antes de tomar decisiones de mercado trascendentales; he aquí, unas cuantas sugerencias de uso discrecional como aporte de mi experiencia y trayectoria profesional, y como para que no sucumba usted en el intento de gestionar el procesamiento, el análisis y la interpretación de grande volúmenes de datos. A saber:

No permita que los datos lo distraigan— Aunque los mercadólogos comprenden el alcance de los datos, un buen número de ellos se obsesiona con estos y allí es dónde se pierde el norte de aquello que realmente provee la susodicha información.

Preferible concentrarse en las metas y descartar el bullicio— Características, tales como sentirse a gusto con la ambigüedad o la habilidad para formular preguntas estratégicas fundamentadas en los datos o priorizar el enfoque en los objetivos principales, ayudan a filtrar el ruido que se genera con el exceso de información, como a reconocer el entendimiento verdaderamente relevante.

O como quien dice, para impulsar la adecuada utilización de los datos en el proceso de toma de decisiones, los mercadólogos sobresalientes, ratificamos constantemente los objetivos del negocio para así conservar el norte a pesar de las distracciones, mientras a la par, conjugamos la información con la intuición y la experiencia.

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