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Twitter al borde del trastorno, insultos y animadversión usuaria

Como portador de noticias premonitorias acerca de la popular red social, les comento que la cosa no pinta nada bien para la icónica marca del pajarito, independiente, de la sarta de improperios que seguramente sus más acérrimos seguidores habrán de esgrimir en mi contra. El quid del asunto, al parecer, lo ha suscitado uno que otro reporte sobre el desempeño del vapuleado pajarito el primer trimestre del año: lento crecimiento de actividad por usuario (uno de los parámetros centrales utilizados para evaluar dichas plataformas sociales).

Otro informe externo revela que solo el 11% de los usuarios alcanzados en 2012 todavía siguen tuiteando, un poco más de un tercio de las nuevas cuentas registradas tuitean solo una vez y si acaso, y hasta ahora en el 2014, al menos la mitad de las cuentas recientes han sido suspendidas por Twitter porque son “spam”. Otro estudio más, revela que las empresas se están absteniendo de utilizarla (tal cual otras redes sociales) como medio para monitorizar los comentarios del consumidor.

Y por lo demás, la eterna verborrea, así como la seguidilla de insultos que van y vienen desde los toldos de las campañas del candidato–presidente Juan Manuel Santos y el candidato Óscar Iván Zuluaga, tal cual la mala sangre con la que impregnan sus trinos los “hackers” y demás perturbados usuarios.

¿Acaso puede usted imaginar alguna otra empresa, que cuando sus índices de gestión reflejen marcadores adversos, se vea en la necesidad de descartar usuarios porque sencillamente éstos no son reales o porque sus clientes proceden a utilizar los productos en forma bárbara o desquiciada? Bueno, yo tampoco.

¿Y sabe usted por qué no? Porque cuando una empresa reconocida así lo hace, la comunidad le otorga el sustantivo “fracaso”. Así de sencillo. Pero cuando lo hace un emprendimiento tecnológico como en su momento lo fue Twitter, y cuyo servicio por lo demás es gratuito, a nadie realmente le importa el asunto, más que a sus accionistas.

Podrán en Twitter sus dirigentes seguir emanando la confianza propia del emprendedor, pero de allí a que si seguirán los inversionistas monetizando la empresa del pajarito, realmente no hay mucho evidencia concreta al respecto, más allá del anhelo expectante de sus fundadores.

Quizás y solo quizás, este es el resultado que les espera a todos aquellos modelos de emprendimiento que se estructuraron sobre la base de prestar un servicio gratuito, con la expectativa de ser luego monetizados por interminables séquitos de inversionistas.

En el contexto de los negocios, se considera “dumping” conceder el producto sin costo alguno so pretexto de captar participación de mercado. Ninguna compañía lo tiene permitido, mucho menos si esta es de carácter público.

Bueno, y tampoco es el asunto como para desconocer el potencial lucrativo de ciertas actividades en Twitter, diga usted por ejemplo, distribuir “promociones de venta” o, que la gente esté al tanto de cuanto trancón vial se presente en la carrera séptima o, los eventuales “insights de big data” que se desprenden del sin sentido exteriorizar de emociones de los usuarios, propias de las redes sociales y sobre las cuales, los de marketing digital podrán fundamentar su próxima estrategia de producto.

Como poco probable, consecuencia de los mencionados resultados, se me dan las pretensiones de birlar Twitter la sabiduría convencional, respecto a quienes están autorizados para irrumpir la forma en que las compañías ejercen los negocios y, puesto que es el entorno y sus voceros quienes dan vía libre a dicha irrupción, y no los modelos de negocio innovadores, por muy innovadores que estos sean.

Pueda ser entonces, que la presente desgracia por la que atraviesa la empresa del pajarito, sea suficiente justificación como para pensar en marketing de verdad, tal cual en la senda indicada para irrumpir los modelos de negocio a través de la tecnología.

Andres Tellez Vallejo

Mercadólogo, bloguero y publicista con experiencia en gerencia de marca y dirección de marketing para la industria farmacéutica y la de bienes de consumo, y, una trayectoria profesional de 18 años como asalariado más 14 años (y contando) como profesional autónomo; ejerzo por outsourcing mi actividad económica como gestor estratégico de marketing, bloguero, escritor y editor de publicaciones periódicas.

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