Sugiero que deberían renunciar a su cargo de evangelistas del social media, todos aquellos mercadólogos que persisten en aducir el inmenso potencial que tiene para el marketing, la interacción social a través de las redes. Que son inocuos e innecesarios en mi apreciación más amable, así como considero que son irresponsables, negligentes o meramente insensatos en mi ácido parecer.
Considere, por ejemplo, el ejercicio en el que se predispone al consumidor para que tuitee sobre alguna marca todo cuanto se le ocurra.
No obstante, antes quiero asegurarme de entender los bemoles de la doctrina sobre los que se fundamenta la interacción social en las redes sociales, ya que al parecer, nadie cree en los mensajes corporativos o institucionales y; el marketing tradicional es inútil y debe mandarse a recoger. Las personas se escuchan entre sí que, por cierto no es ninguna novedad, así la nueva tecnología exista para facilitar dicha interacción en un ámbito de continua inmediatez global. En ese orden de ideas, ¿por qué no subcontratar la comunicación de marketing con la gente que sin reservas comparte mensajes personales fuera de libreto, y que por lo tanto así se les considera autentica comunicación?
Sostienen los evangelistas que, otorgarle al consumidor la potestad de tuitear sobre las marcas cuanto se le venga en gana, es “proponer una humanizada narrativa contemporánea adecuada para atraer nuevos consumidores”.
Como mercadólogo, hasta podría entenderlo, sin embargo, el asunto nada tiene que ver con la realidad tal cual suponen algunos mercadólogos más jóvenes que, sugieren la opción de permanecer adheridos a la realidad en vez de pasar el tema por alto. De lo hasta ahora recopilado al respecto, he aquí pues, las razones por las cuales el social media marketing es una alternativa mediocre a las tácticas de marketing reales:
Los tuits son fastidiosos— Para mí, lo que más abruma al leer tan solo unos cuantos de estos tuits, es cuestionarse porqué los esta uno leyendo. Si bien es cierto que pueden ser mensajes legítimos, de gente legitima, acerca de su cotidianidad, resulta que tanta autenticidad no logra que los comentarios sean interesantes en inherencia. Dichas campañas, tienden a sustituir la autenticidad del mensajero por el valor del mensaje. Mercadólogo que se respete, evitará dicha sustitución.
Los tuits carecen de utilidad— No solo son fastidiosos, sino que tampoco tienen enfoque o propósito particular alguno. Así como la mayoría de los tuits son mensajes que registran el lanzamiento de alguna novedad, seguido de uno que enlaza con el promocional del concierto de alguna artista de momento y, a seguidilla, unos cuantos que aluden una conversación directa. No existe criterio para lo que debería tuitearse. En consecuencia, la mayoría de los personajes terminan en el segmento de los que en algo, algunas veces, como que probablemente podría interesarme. Es decir, toda una pesadilla para el mercadólogo que se respete.
Los tuits no abarcan los intereses de la marca, puesto que solo son referentes al tuitero— Este sin duda, ha de ser el tema más bochornoso de afrontar para el evangelista del social media, porque la realidad del asunto es que la gente registra sus comentarios la mayoría de las veces para hablar de sí mismos y, no necesariamente para proveer información respecto a ninguno otro tema, mucho menos, acerca de alguna marca. Esto es apenas natural, considerando que la noción de compartir socialmente sí es válido, aunque también ridículo si pretende usted conjugarlo con algún propósito de marketing. Los registros en las redes sociales promueven a la gente, no a los productos ni a los servicios. O como quien dice, los mensajes son mucho reflejo personal y pocas nueces para las marcas.
Así pues, la mayoría de los mensajes en las redes sociales pretenden los mismos atributos, sean o no éstos jocosos, impactantes o sencillamente insulsos. El consumidor no tiene criterio para los temas o asuntos que valen la pena discutirse acerca de las marcas, y por lo cual terminan hablando de sí mismos, tal cual lo haríamos usted y yo, o cualquier otra persona.
Ningún mercadólogo en su sano juicio, contrataría talento humano para realizar un comercial en el que se ignoran o esconden los beneficios del spot. Sin embargo, cuando de Twitter se trata, no existe más beneficio que el mero “talento” que allí se auto-exhibe. La gente no consume tuits, considerando que son ellos el contenido en sí mismo.
Con certeza, estimo entonces que, no hay mucho propósito, ni sentido, en las campañas temerarias del ‘pajarito’, más allá de ser estas un ejemplo de lo que ocurre cuando el mercadólogo reposa. Así dichas campañas generen innumerables seguidores (las insignias sociales no son señal de merito) y cháchara de ahí en adelante, realmente no hay evidencia como para asumir que de ahí a futuro conviertan dicha audiencia en consumidores reales.
No obstante, también es probable que con dichas campañas de social media marketing, los mercadólogos ganen premios de publicidad y, así el equipo permanecerá motivado; aunque en últimas, terminen por reposar para siempre cuando el cliente identifique que requiere una campaña de marketing real, concebida y ejecutada por mercadólogos de carne y hueso.