Se requiere con urgencia las relaciones asentadas en la confianza y el apoyo mutuo

La humanidad anda por estos días en proceso de transformación. Aunque en honor a la verdad, se me da que la mayoría de nuestros asuntos cotidianos perduran sin inmutarse. Así por lo pronto, la vida sigue en las calles con la revuelta social de los jóvenes, pero también con muchos de nosotros procurando aportar al país con nuestro trabajo, esfuerzo y sacrificio; en los hospitales donde cada día se apilan más cadáveres, también se cuenta un sinnúmero de nacimientos registrados. Igual, empiezan a brotar dientes de león entre las baldosas de las aceras cuasi desocupadas. Detrás de las mascarillas del personal de la salud, hay quienes a pesar de estar agotados, sonríen al escuchar su canción favorita. Enchufados a la pantalla del ordenador cada vez más horas del día, algunos lanzamos besos a los parientes y amigos que no se pueden abrazar, mientras derramamos lágrimas que ya no podemos contener. Y, si por fortuna nos aventuramos hasta la calle, allí nos toca chocar el codo con propios y extraños como si fuera el gesto más normal del universo.

​Correcto, la situación de salubridad pública nos ha forzado a ajustar nuestra narrativa, pues aquella que nos era familiar ha desaparecido de nuestro entorno social contemporáneo y ya parece asunto del pasado.

No obstante, e independiente de lo lúgubre, nos adaptamos a la situación actual. Vivimos lo mejor que podemos y, a pesar de que dicha adaptación implica vivir con la adversidad y la incertidumbre, aprendemos a dominar dichas condiciones al replantear nuestras creencias, como a definir lo que consideramos normal en nuestra nueva realidad.

Cierto, la humanidad igual superará esta crisis, no me cabe la menor duda y, así no sea mucho que digamos, lo que estos tiempos de adversidad e incertidumbre nos transforme como personas o, al menos, no en lo fundamental. Con algo de suerte, confío salgamos de esta con mayor empatía que antes.

Por supuesto que, ‘empatía’, aquel vocablo que escuchamos sin cesar: por la salud personal como la del planeta, por el empirismo, por la ciencia, por los profesionales de la salud, por el prójimo, por la honestidad, por la creatividad, por el ingenio y la inventiva, así como otras tantas más. Sin embargo, muchas cosas volverán a ser como eran antes.

Por ahí mismo, aunque menos trascendental, pueda ser que resulte esta también una oportunidad en la que el marketing encuentre un nuevo propósito, así como una deferencia más fresca con la audiencia.

Empatía, creatividad, ingenio, lógica: es este un momento puntual para retener dicho tipo de herramientas y talento que abunda en el segmento del marketing, no como para promover necesariamente bienes de consumo o servicios sino, como para resolver inconvenientes o, como para la inventiva o, como para diseñar productos y servicios de utilidad real que le aporte valor a la gente de manera ingeniosa.

La crisis de salubridad actual es evidentemente un situación sin precedentes para la humanidad. Como tal, conservar el bienestar de su fuerza laboral, así como colaborar al unísono con las autoridades y la sociedad en general para superar la crisis, debe ser la prioridad principal de cada empresa o negocio por estos días. Sin embargo, superar la crisis también implica que las empresas y los negocios ganen dinero como para así salvaguardar a los trabajadores e impulsar la economía.

​El marketing es una industria fundamentada en la resolución de amenazas que, de hecho, ya ha demostrado maravillosos paradigmas en estos tiempos de encrucijada, como lo son aquellas marcas, agencias, o mercadólogos, que emplean sus habilidades y recursos para hacer una contribución provechosa en la lucha contra la crisis actual.

Es reconfortante percibir la forma ágil con la que reacciona el ingenio creativo para abordar así los contratiempos de los clientes y los desafíos propios de la comercialización, redefiniendo así para siempre (con algo de suerte), el estándar de un verdadero y relevante propósito social.

El mejor modelo posible de todos, son los clientes y las agencias elaborando en conjunto a toda marcha porque confían el uno en el otro, tal cual comparten los mismos valores entre sí. En realidad, los desafíos, por lo general, se resuelven de manera más rápida y efectiva mediante la colaboración y el asocio. Es esta colaboración y asocio entre las personas de cualquier nacionalidad, industria, consumidor, cliente, agencia, o mercadólogo lo que eventualmente nos permitirá superar los tiempos más oscuros de cualquier crisis.

Este es el momento indicado para que los mercadólogos construyamos relaciones comerciales novedosas e intensas, asentadas en la asociación, la confianza, como en un verdadero apoyo mutuo.

Así mismo, debemos los mercadólogos reflexionar detenidamente una alternativa innovadora para los temas de precio, distribución, y servicio al cliente, tal cual ante el comité de marketing, debemos ser capaces de exponer rubros sostenibles en el tiempo para la inversión de marketing.

​En últimas, se me da que, debemos superar la mentalidad de ‘facilitador/proveedor’ que de tiempo atrás ha dictado las normas de compromiso entre cliente y agencia, para que en su lugar elaboremos en conjunto con el fin de garantizar el sustento, y como para descubrir así un propósito real, útil y duradero, tanto para la industria como para la profesión de mercadólogo.

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