Marca fugaz

La marca es convencimiento y éste a su vez es versátil. El cambio es célere. Lo mensajes de marketing crecen como setas y por doquier aparecen en escena nuevas marcas. Y por lo demás, el consumidor modifica sus preferencias con igual diligencia. Consecuencia de este frenesí de transición, el gallo fino de ayer es hoy el plumero para desempolvar y motivo por el cual es de vital importancia comprender cómo configurar el convencimiento. En esencia, porque a mayor número de marcas disponibles, menor será su significado. Como quien dice: si todo radica en el mensaje, “nada” sería un mensaje, pues una marca es mucho más que comunicación. Una marca es convencimiento. Y el convencimiento, se genera en la mente tal cual en el corazón del consumidor como consecuencia de su percepción de marca y sus pasadas experiencias con ésta. Entonces, podría uno concluir que dada la continua transformación del entorno de las mundanas experiencias, éste impulsaría el cambio de creencias en el consumidor que a su vez implicaría modificaciones en sí mismo, en la percepción como en las creencias respecto de su marca. Puede ser que en la actualidad, dicha alteración no le trasnoche y quizás tampoco le afecte o al menos, no en el corto plazo ni por lo pronto. Los cambios de creencia no se suscitan de la noche a la mañana, y las marcas no sucumben de un solo golpe mortal, pues por lo general desfallecen como resultado de cientos de pequeños tajos de mercado, muchos de ellos infortunadamente, auto-infligidos.

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