Al calor de alegres congresistas y adolescentes de barra futbolera brava

La concienciación podría ser el fundamento de la inteligencia emocional que todos anhelamos pero que tanta falta hace, cual Carcajada, “a un puñado de alegres congresistas que, según los cronistas, parecen mucho más interesados en las anécdotas del senador Roy Barreras que en la voz dolida que nos ruega a todos que no olvidemos así de fácil a las viudas, a los huérfanos, a los heridos de muerte que sigue dejando el conflicto…”, así como a unos cuantos enajenados adolescentes de barra futbolera brava.

El asunto, según lo inferí del entendimiento que al respecto comparte Paul Kimmerling, radica en las emociones, —las que al ignorar y desenfrenar— socavan el aspecto interpersonal de nuestras relaciones de negocio, acarreando consecuencias indeseables o accidentales. Las emociones, influyen nuestra habilidad de negociación, de motivación y de empatía, aspectos fundamentales en los dominios de la inteligencia emocional. Dichas habilidades pueden robustecerse o estropearse, de acuerdo con el nivel de concienciación en sí de cada uno de nosotros.

La concienciación, hace la diferencia entre reaccionar cual reflejo de rodilla —al calor de nuestros estados emocionales— o responder de una manera mucho más convincente y congruente. Puedo uno desarrollar la conciencia en sí mismo a través de la concienciación, ya que ésta puede adoptarse como la habilidad de “cernirse calmada y objetivamente sobre aquellos pensamientos, sentimientos y emociones…” tal cual lo describe el médico Bessel van der Kolk, en “The Body Keeps the Score”.

La conciencia en sí mismo, es entonces un componente integral del éxito. Si le parece, puede usted considerarla como la habilidad que se tiene para revisar pensamientos y emociones desde su interior que a la postre, no es más que un método para aumentar dicha capacidad esencial o si se quiere, “entender las ideas en la medida que surgen en vez de dejarse arrollar por ellas”.

Son varios ya los expertos que coinciden en sugerir, “el notar básicamente lo que ocurre”, como el primer paso para desarrollar la conciencia. Los que dominan la técnica, con frecuencia concentran su atención en la respiración a medida que se percatan de la situación del entorno. Luego, reconocen su estado interior al surgir —pensamientos, emociones y sensaciones—. El quid del asunto, es no dejarse involucrar (ni perder el foco en la respiración) como tampoco dejarse arrollar por ellos, sino más bien dejarles pasar.

En fin, podrá ser usted de los que se entretenga con las anécdotas del senador Roy Barreras o de la cuerda brava de su hinchada futbolera, pero sepa usted de una vez por todas que, “las emociones negativas son contraproducentes y destructivas tanto en el piso del Senado como en el gramado del estadio” o, en el colegio, alma mater, la oficina u hogar, por lo demás.

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